Basada en una historia real, Héctor Olivera nos trae un film que clama contra los regímenes autoritarios. Concretamente, nos situamos en la Argentina de Jorge Rafael Videla, un sanguinario dictador que gobernó aquel país entre 1976 y 1981.
A los estudiantes de distintas escuelas se les retira el Boleto Estudiantil, el cual suponía un alivio en sus economías. Como protesta, cientos de estudiantes de La Plata marchan hasta el edificio de Obras Públicas, lugar en el que espera la policía para reprimirlos.
Seis de aquellos jóvenes militaban en distintas orgabizaciones de cariz político y, una vez instaurada la dictadura de Videla, son detenidos en sus casas y conducidos a una prisión.
Veremos la crudeza de un sistema represivo que, por aquella época, abundaba en el continente americano. Tanto los militares de Pinochet en Chile como los de Videla en Argentina y los de otros muchos dictadores latinoamericanos habían aprendido técnicas de tortura en la Escuela de las Américas, dirigida por EEUU.
Estas dictaduras, a menudo amparadas por EEUU y otros gobiernos europeos, llevaron a cabo prácticas tan terribles como violar a la víctima, herirla con objetos punzantes, darle descargas eléctricas con picanas, simular asfixia, romperle las extremidades, cortarle los pezones, extraerle los ojos, marcarla a fuego y una serie de barbaridades mediante las cuales reprimían a todo aquel que osase cuestionar la libertad de mercado.
Finalmente, casi todos los estudiantes son asesinados y sus cuerpos hechos desaparecer. Sin embargo, uno de ellos, Pablo Díaz, es liberado y pidiendo a sus compañeros que no pierdan la esperanza. Un texto final señala que gracias al testimonio de Díaz esta historia ha podido ser contada.
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