Good bye, Lenin!

«Todo lo que nos decían del comunismo era mentira; pero lo peor es que todo lo que nos contaron del capitalismo era verdad» Chiste popular de los países exsocialistas.


1989 en la República Democrática Alemana (RDA). Una mujer orgullosa del socialismo construido en la RDA, Christiane, entra en coma cuando ve a su hijo en una manifestación en contra Erich Honecker (secretario general del Partido Socialista Unificado de Alemania).


Tras ocho meses, Christiane supera el coma justo unos días después de que cayera el muro de Berlín. Los médicos indican a los hijos que han de cuidarla y que no debe exponerse a alteraciones. A partir de aquí, sus hijos se las ingenian para que su madre crea que nada ha cambiado, que su patria socialista sigue intacta.


Tarea cuando menos complicada, puesto que el capitalismo de occidente entra como una bestia en la RDA: aparece Burger King, tiendas de Coca Cola, retiran la estatua de Lenin, etcétera.


Toda esta realidad que los jóvenes han de ocultar a su madre llena la película de escenas divertidísimas no exentas de crítica a la globalización imperante de aquella época.


Como cualquier barrera que se imponga a la población y que impida su libertad de movimiento, el muro de Berlín fue sin duda criticable. No obstante, los derechos y diversos sistemas, como el sanitario, del que gozaban los trabajadores de la RDA los perdieron tras la reunificación.


Es más, está demostrado que en los barrios berlineses pertenecientes a la antigua RDA, la mayoría sigue votando a partidos socialistas.


La caída del muro y el hundimiento del bloque soviético supuso un desastre desde el punto de vista geoestratégico. Francis Fukuyama, funcionario del Departamento de Estado de los EEUU, habló en su libro El fin de la utopía del fin de la historia: el comunismo ha sido derrotado y el capitalismo ha demostrado ser el mejor de los sistemas y el único viable.




Sin embargo, pocos se fijan en que al final del libro, Fukuyama afirma que el capitalismo es el único que cumplirá el sueño de Karl Marx: eliminar las clases sociales y la pobreza. Dos décadas después, seguimos esperando que esa profecía se cumpla, lo cual resulta absurdo en la medida en que el capitalismo ha pronunciado la diferencia entre clases y ha agravado el problema de la miseria.


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