El franco-griego Costa-Gavras nos trajo en 1972 un film donde vuelve a plasmar su izquierdismo pero con un planteamiento marcado por el desprecio a la violencia.
La película cuenta como el movimiento uruguayo Tupamaro secuestra a Philip Michael Santore, un funcionario ligado a la CIA. Este marco encuadra la compleja relación entre el terrorismo y la lucha por la libertad, situación que se daba a menudo en los años 70 y 80 en países como Irlanda, España, Nicaragua, Bolivia y el propio Uruguay.
Los guerrilleros interrogan al secuestrado, el cual viene a representar toda esa maquinaria estadounidense que derrocaba gobiernos izquierdistas en América Latina y que declaraba la guerra a todo aquel que no se subordinase al imperio.
Tras dicho interrogatorio, los Tupamaros establecen las condiciones para liberar al rehén: habrían de ser puestos en libertad 150 guerrilleros encarcelados.Esta petición genera un debate intenso en la sociedad civil que conduce a una crisis política.
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